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Crear y Renovar

Desde muy niña recuerdo la necesidad de cambiar o transformar cosas; con los cojines del sillón de la sala fabricaba “casas”, “carros” hasta “aviones” en mi imaginación. Con las cajas de los cereales, fósforos y de la comida en general, hacía “mobiliario” para muñecas y con retazos de tela les fabricaba “ropa”.

Aún al día de hoy sigue vigente esa necesidad de hacer cosas nuevas o renovar cosas. Cada cierto tiempo despierta en mí esa necesidad de hacer cambios. Y estoy segura que esto responde al diseño con que fuimos creados. Tenemos un Dios Creador y fuimos hechos a su imagen y semejanza (génesis 1:26). Y cada cierto tiempo, también siento la necesidad de ir a mi Creador y decir, así como dijo el rey David:

“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.

Salmos 51:10

El afán de cada día me hace muchísimas veces acomodarme a un mundo natural y pasar desapercibido lo que Dios está hablando. Porque no solo por asistir a una iglesia o prestar un servicio para Dios significa que todo está bien. Esto trae a mi memoria la triste historia de Sansón:

“Y le dijo: ¡Sansón los filisteos sobre ti! Y luego despertó él de su sueño, se dijo: esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.

Jueces 16:20

No se dio cuenta que el Señor se había apartado de él. Él seguía prestando un servicio para Dios y aun así su vida espiritual no lo reflejaba. Y es por eso la importancia de como continua David en el salmo, decir a Dios:

“No me eches de delante de Ti, y no quites de mi tu Santo Espíritu”

Salmos 51:11

Todos los días necesito que su Santo Espíritu venga a mí, así como el primer día. Un renuevo que me acerque más a Él.

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